“Mi discapacidad no me limitó; lo que me limitaba era cómo me veía a mí mismo”

Ricardo Suriano M.

Ricardo perdió una pierna en un accidente automovilístico a los 36 años. Después de una larga rehabilitación, logró volver a trabajar como operador de datos en una empresa mediana. Pero cuatro años después, la compañía decidió recortar personal y él fue uno de los primeros en ser despedido. Aunque la razón oficial no fue su discapacidad, Ricardo sabía que eso pesaba. Tenía 40 años, movilidad limitada y, según el mercado laboral, era “poco competitivo”.

Durante semanas cayó en un ciclo de frustración: no lo llamaban a entrevistas o, cuando lo hacían, percibía miradas de duda o condescendencia. Pero hubo algo que lo sacó del pozo: el deseo de recuperar su autonomía. Comenzó a buscar cursos en línea y se capacitó en soporte técnico, una rama que podía ejercer desde casa. Usó su tiempo libre para practicar, montó un pequeño escritorio en su sala y ofreció servicios de reparación remota de computadoras.

Ricardo también aprovechó grupos en redes sociales para ayudar sin cobrar a personas mayores con problemas tecnológicos. Su paciencia y habilidad llamaron la atención. Uno de sus primeros “clientes” lo recomendó en su empresa, y así consiguió un contrato por horas. Poco a poco, formó una cartera de clientes que valoraban su trabajo, no su condición física. Empezó a cobrar lo justo, a sentirse útil, y sobre todo, a verse como un profesional completo.

Hoy, Ricardo tiene su propio microemprendimiento de soporte y asesoría tecnológica para personas y pequeñas empresas. Aunque su cuerpo cambió, su capacidad para salir adelante se multiplicó. Su historia nos recuerda que la verdadera discapacidad no está en el cuerpo, sino en renunciar a creer que aún podemos crear valor y vivir con dignidad.

Anterior
Anterior

“Cuando no tenía nada, volví a lo que me hacía feliz”

Siguiente
Siguiente

Mariana ¡Lucha por tus convicciones!