“Cuando no tenía nada, volví a lo que me hacía feliz”
Paulina tenía 28 años cuando perdió su empleo como asistente administrativa. La empresa en la que trabajaba cerró de un día para otro, y con ello se esfumaron su ingreso fijo, su rutina y su sensación de estabilidad.
“Pensé que mi edad era un obstáculo, pero fue mi mayor ventaja”
Ernesto tenía 53 años cuando fue despedido. Después de casi tres décadas trabajando como supervisor en una empresa de logística, un recorte lo dejó fuera de la nómina de un día para otro.
“Crucé la frontera con miedo, pero también con hambre de futuro”
Todo empieza con una idea.