La uni no te enseña todo…

Julián terminó su carrera en mercadotecnia con honores. Durante años, imaginó que al salir de la universidad las oportunidades lloverían. Pero la realidad fue otra: aplicaciones ignoradas, entrevistas que no pasaban del “te llamamos” y un mercado saturado de jóvenes como él. Pasaron meses y, sin ingresos ni contactos, la emoción del título se convirtió en ansiedad. Sentía que había seguido todas las reglas y aun así estaba perdiendo el juego.

Con el paso del tiempo, Julián entendió que necesitaba cambiar de enfoque. En lugar de esperar que una empresa lo “descubriera”, decidió mostrar de lo que era capaz. Usó su laptop y su celular para crear campañas ficticias de marcas conocidas, que publicaba en su perfil de LinkedIn. Empezó a ofrecer servicios de diseño y marketing básico a negocios de su colonia. Cobró poco, a veces solo por experiencia, pero cada proyecto le abría una puerta.

Un día, uno de esos pequeños negocios lo recomendó con una agencia. No fue una contratación inmediata, pero sí una colaboración que le dio visibilidad. Julián se hizo de un portafolio, aprendió a negociar, y sobre todo, dejó de definirse por la falta de empleo. Se definió por lo que hacía, aunque fuera en pequeño.

Hoy trabaja de manera híbrida: tiene clientes como freelance y también fue contratado en una agencia mediana donde lo valoran por su creatividad y su empuje. Julián aprendió que la carrera no garantiza el éxito, pero sí da herramientas. El verdadero triunfo vino cuando decidió usarlas sin esperar permiso.

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“Pensé que mi edad era un obstáculo, pero fue mi mayor ventaja”

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“Crucé la frontera con miedo, pero también con hambre de futuro”